Actual - Los buenos salvajes

El análisis que proponen para distribuir el salario mínimo es muy ilustrador. Muestra, con intensidad brutal, la visión que tienen empresarios y gobierno del ciudadano de a pie: vive en un nido de ratas, come tres veces a la semana, anda veringo, goza de salud sobrenatural y vivirá solitario eternamente. De otra manera, no se explica cómo podrían argumentar que poco más de $200 mil pesos sean suficientes para los asuntos de vivienda, casi lo mismo para un mercado mensual y cerca de $10 mil para la vestimenta.

Los titanes económicos y políticos del país deben ser un poco considerados en este aspecto. Sé que es utópico pedir que aumenten el salario (¡Dios nos libre de castrochavismo!), Sarmiento Angulo caería en bancarrota y pues, qué pecado. No. Me bastaría con que me informen dónde se consiguen esas viviendas y mercados con semejante economía tan celestial. Ni en los barrios norteños de Cali ni el los D1 consigue uno esos ofertones. Sobra decir que iría yo solo. Entiendo que el Estado me quiere más bien solterito, como panda con verruga. Sé muy bien qué pedir. Sé mi lugar en el zoológico.

Somos como zarigüeyitas que contemplan desde el otro lado del vidrio grueso. Imagino a los magnates y polititanes tocando la cabecita de sus hijos y mostrándoles las maromitas de aquellas bestias. Algo así como lo que exponía Colón sobre los "buenos salvajes" que encontró en el Nuevo Mundo. Poco antes de verlos con cacerolas y calificarlos de bárbaros y vándalos que no producen. 

Somos buenos, sí. No quepa la menor duda al respecto. Seguimos esperando que D1 abra su tienda de ropa y los arriendos de doscientos mil abran por fin cerca del trabajo, porque tampoco hay para la buseta, donde extrañaremos, entre otras cosas, la bella melodía de  "El arruinado", melomerengue inevitable en diciembre, por múltiples razones.


David Amaretto. 
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