Viceministerio de asesoría para asesores del gobierno

Le tengo el negocio, socio. Gran parte del legado de la cultura traqueta de nuestra tierra es la de buscar el mayor flujo de dinero mediante el menor esfuerzo posible y, por ende, para los que no tuvimos amistad con el Ñeñe sólo nos queda la alternativa ancestral: el congreso, un ministerio o una embajada. Hace días vengo masticando la segunda opción, pues para la primera y la última poseo el mismo obstáculo: nunca pude saludar a los Char ni a los Ochoa. 

Aunque tampoco soy íntimo de la presidencia, como sus buenos amigos de la realeza española, profetizo que el viceministerio que le propongo le será más seductor -y realista- que los guiños de Trump ¿Bajo que argumentos? Primero, a Duque le encanta todo lo que comienza con el prefijo "vice". Verbigracia su defensa a capa y espada de la vieja Martuchis contra la vieja esa de la oposición. Se trata de una muy fuerte empatía debida, creo, a que en el fondo todavía está confundido sobre cuál de los 2 ostenta la vicepresidencia en Colombia. 

El segundo argumento es también algo que le gusta al mandatario: los ministerios ambiguos y, por lo mismo, inoperantes. El viceministerio de la economía naranja, la asesoría a la vicepresidencia y el comité anticorrupción son los símbolos supremos de dicha fascinación. Luego, ¿por qué no concebir un viceministerio en luna de miel conmemorativa de sus dos años de gobierno(?)? ¿Por qué no permitir el nacimiento de este nuevo hijo bobo (el adagio dice que se les quiere demasiado) del gobierno nacional? A todas estas, ¿cómo le irá a Pachito Santos con lo de la vacuna? 

Hay que darse cuenta que están de moda los asesores para cada uno de los cargos habidos y por haber en el país. Ninguno de ellos útiles en absoluto. No sé si sea porque no les pagan bien o porque nunca les escuchan, pero la necesidad de una verdadera asesoría para asesores es más que evidente. 

Comencemos con la oposición. Si alguien le hubiese dicho a Petro lo contraproducente que era compararse con el profeta del Mar Rojo, tal vez hubiese reducido hasta en un millón los votos en contra. Y con la asesoría correcta de la Registraduría, hasta habría restado otro millón a su contendor y añadido a los israelitas del Éxodo a sus votos a favor, su registro es lo de menos. No obstante, no tiene o no escucha a sus asesores y esto lo paga con la animadversión que un grueso de colombianos sienten hacia sus debates: "¿Quién es Javiermas y por qué no habla de sus Ferragamo? ¡Comunista blasfemo!".

Pero el mercado está abierto de par en par en la hegemonía. Es con personajes como Duque, Cabal y Martuchis donde nos preguntamos si a Hassan Nassar y a otros asesores les pagan por mejorar imagen o realmente es por lo contrario. Una buena asesoría de asesores asesoraría al desasesor en comunicaciones del mandatario para que no ande regalando bombones a los niños vulnerables, a sabiendas que no hay agua potable para lavarlos cuando se caigan al piso no pavimentado. 

El Viceministerio de la Asesoría para Asesores del Gobierno (VAAGO) apoyará a los asesores de la vicepresidenta Martuchis para que, por ejemplo, no defienda los derechos de la mujer colombiana obligándola a servir para carne de cañón (disculpen la polisemia) a la milicia nacional. Le recordará al alcalde de Cali que los decretos para regir el pico y cédula no se deben comunicar después de que empiece el pico y cédula, preferiblemente antes de que los caleños madruguen para hacer la fila de los recibos. 

El VAAGO dispondrá sus servicios tanto a la derecha como a la izquierda. Asesorará, según agenda y honorarios, a la figura pública que nos requiera para sus asesores contratados. Se ofrecen cursos virtuales que se pueden tomar sin tener diploma de bachiller, incluso disponemos de bachillerato acelerado online con descuento especial en parqueadero para los congresistas y una placa conmemorativa en el capitolio. El emprendimiento se abre paso entre la pandemia y Bancolombia, y los ministerios entre los contratos y la Fiscalía. Es nuestro momento de brillar: con nuestro gobierno de la mano, ¡VAAGO hasta el final!