Creo que es momento idóneo para desmarcarme de bestialidades autojustificadas en la Biblia. No es la primera vez que siento pena ajena de que un "cristiano" haga tonterías a escala nacional, pero creo que ya ha sido suficiente ¿También hago tonterías? Las hago y, además, también las pienso. Pero como todo interesado en cumplir los mandamientos, el pedir perdón me es un asunto casi cotidiano.

Comencé a sentir pasos de animal grande y apocalíptico cuando, hace algunos años, una marcha de zombies creyó que había cartillas pornográficas para "homosexualizar" a la niñez colombiana. Los autores belgas de dichos textos ni se dieron por enterados del manoseo que les hicieron desde las cavernas del "NO" al plebiscito.

Otras movidas también me asustaron bastante. Por ahí estuvo la de algunos líderes religiosos que mandaban por quién votar hace dos años y la de otros que oraron por políticos que levantaban la pezuña y juraban en Full HD gobernar dentro del marco cristocéntrico. Destacaron también los que afirmaban que Petro era un "demonio", sentencia que ofende por lo ridícula e inexacta (tal vez para Gustavo, tal vez para los demonios).

Estuve a punto de pedir disculpas a todos mis conocidos cuando los cristianos celebraron viralmente el triunfo del NO bajo argumentos harrypotenses: la varita que lesbianizaba, los avakedabra de Venezuela, el advenimiento del dragón, la bestia y el falso profeta (Castro, Chávez y Santos). Sin embargo, me callé una vez más.

Lo que sí me cansó del todo fueron dos noticias inverosímiles:

1- El partido que grita representar los intereses cristianos en Colombia propone el voto militar para congraciarse con el afán dictatorial de turno. Parece que la democracia es del diablo.

2- En la ciclorruta en Bogotá, a un energúmeno rabioso no se le ocurrió mejor idea para invocar el Nombre de Cristo Jesús que recriminar a la alcaldesa su orientación sexual. En ese momento, muchos se imaginaron a Jesucristo tal como el sujeto de atrás en el video: tapando su rostro por la vergüenza ajena.

Así que lo hago público: me desmarco de los que intentaron e intentarán usar la bandera cristiana para gritar impertinencias, insultos y estupideces. Me desmarco de políticos que engañan y se engañan escondiendo su corrupción y mediocridad detrás de la Biblia.

¿Con qué autoridad moral me atrevo a juzgar? Con ninguna. Nunca he tenido más virtudes que aquellas que la Divina Providencia me brinda cuando se cansa de mi torpeza. A veces leo las Sagradas Escrituras y hasta me tomo el atrevimiento de hablar de Cristo a mis amigos.

Búscame si quieres que hablemos de Dios, analizar Su Palabra o sólo reírnos de nuestra común ignorancia al respecto. Como sea, podemos compartir algo interesante sobre la vida cristiana o la Palabra de Dios. Sin embargo, ten la certeza que el Evangelio de Jesús no tiene nada que ver con los monstruos que le intentan instrumentalizar hoy como disfraz.

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