Vivo en el limbo

Desde hace algunos años descubrí que soy un huérfano de los partidos políticos o filosóficos. Vivo en una especie de limbo ideológico, pues me dan palo y dulce (más el primero que el segundo) tanto en un bando como en el otro ¡Y no es para menos! El mundo de las ideologías no está hecho para cristianos de universidad pública, tan conservadores como revoltosos, que comparten tanto la esperanza como el nihilismo, que anhelan un buen capitalismo y pueden marchar contra la injusticia social, seudo fachos y medio mamertos.

La experiencia fue extraña al inicio: el espíritu antiteísta de la academia solía denostar de mi fe y, en la contraparte, mis círculos más tradicionales esperaban con desconfianza cuándo iba a quemar la biblia y lanzar una papa-bomba. Casi podía palpar el desconcierto de muchos cuando publicaba en redes una queja ácida contra el gobierno de turno y, acto seguido, una frase de reflexión bíblica o conferencia teísta. "Un severo caso de trastorno bipolar virtual", dirían ambas tribunas.

Este limbo, como todos, es una suerte de "no-lugar" (en inglés suena mucho mejor: "nowhere") donde no hay referencias definitivas, pero como compensación, hay un infinito de posibilidades. Fue sólo al conocer a la madre de los hijos que no tengo aún cuando me di cuenta que mi "nowhere" sí tiene nombre. Ella le dice: oposición. Y efectivamente, ser nadie posibilita criticarlo todo. 

La discusión de izquierda y derecha está más bien pasada de moda: en el limbo descubres que las dictaduras son ambidiestras. También contemplas que el cristiano es tan humano como el musulmán o el antiteísta, a los 3 los puede unir un buen debate sereno o una compartida ignorancia brutal. Hay ateos en el milagro y religiosos en el escepticismo 

Me siento bien en el limbo. Aquí se puede criticar todo lo que ostente poder, no importa con qué mano golpee o con qué dogma descrea. La historia atestigua lo necesaria que es la oposición sensible y argumentada para poner el "tatequieto" a los poderes desbordables. Vivo en el limbo y, por lo mismo, he descubierto los puntos donde la ciencia, la crítica y la revolución se unen con la fe, la tradición y la estabilidad. Aquí se aprende mucho y también se ignora demasiado. Aquí, en este no-lugar, hay lugar para todos los debates.

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